El desierto del Namib es uno de los más antiguos, áridos e inhóspitos. Allí las suricatas dependen del trabajo en equipo para sobrevivir: viven bajo la amenaza constante de los depredadores, pero los lazos de cooperación que generan con sus parientes les permiten salir airosas día tras día. Una historia de camaradería y valentía y, más que eso, una historia sobre la familia.